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Extracto de "Calles" de Daniel Manriquez.

lunes, 6 de agosto de 2012


"Mañalich dice que parece una "mexicanización" la quema de una mujer en San Bernardo

Melissa Romo fue quemada por un grupo de desconocidos y se encuentra grave internada en la Posta Central."


El amarillismo, en política y periodismo, tiene un antecedente del cual extrae su capacidad, su poder de engarce con la realidad. La auto-crítica a la razón moderna occidental, sobre todo después de la segunda guerra, sometió a juicio a la razón acercándose a las experiencias límites del horror y la posibilidad cierta de deshumanización. Sin embargo, la sensación de escepticismo e impotencia que actualmente está instalada frente a toda empresa humana; que frente a todo discurso que intente incidir en el mundo le asalte la acusación de voluntad de dominio o ideologización, muestra que, al parecer, la razón ha quedado inhabilitada para ponderar aquellas experiencias que otrora no supo asimilar. Esta relativa distancia ha tenido como consecuencia el alejamiento de la razón en el ámbito de la política, y de ahí a la acción. Si en el caso de los carceleros o los funcionarios de campos de concentración, la relación entre la razón (un tipo específico de racionalidad) y la acción era directa, sin dejar espacio a consideraciones ni emociones, en el amarillismo sucede la situación opuesta: la emoción, el horror, tiene relación directa con la acción, cuando la razón se encuentra inhabilitada. De esta forma, la política se transforma en la sola administración del poder de mover emociones (el voto como un acto emotivo) dejando de lado aquel lugar que desde hace mucho ha sido signado como el espacio de la libertad netamente humana: su razón.      

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